Cuando asistimos al teatro de la vida entonces, en nuestra estupidez, nos sentamos de espaldas al escenario. Vemos las doradas columnas y las decoraciones, observamos el vaivén de la gente, y cuando, finalmente, se apagan las luces, nos preguntamos azarados qué significa todo aquello. Si, en cambio, dirigiéramos las miradas hacia el escenario interno, contemplaríamos el eterno drama del alma y podríamos cercionarnos de que, si bien tiene entreactos, no tiene fin. Y nos convenceríamos de que todos estos grandes tinglados del mundo poseen un sentido, y que no son tan sólo un brillante y fertil sueño de cosas.
Rabindranath Tagore
(1861 - 1941)
Escritor hindú.